sábado, 30 de agosto de 2008

*"Donde está la diferencia"

¿DÓNDE ESTÁ LA DIFERENCIA?
Esa es una de las características de la liberad dentro de la Iglesia universal, nuestra falta de coherencia, nuestro parecernos demasiado unos a otros.
Los que son y no son aparentemente iguales, con los mismos problemas, con los mismos intereses; con las mismas actitudes antes las mismas cuestiones.
¿Qué nos esta pasando?. Los cristianos no nos diferenciamos de los que no lo son. Luego: ¿Para que ser?, No es eso, lo que nos reprochan los que viven cerca. Sin embargo Dios mismo sigue gritando desde su Palabra: ”Convertios”.
Conversión, que insistentemente hemos de pedir se nos conceda.
Bien cierto es, que estas verdades vienen para ser disfrutadas y conocidas por todos los hombres. A todos nos quiere el Señor. Por que es Padre de todos. Sin embargo no todos escuchan sus mociones interiores, y estas llamadas o estas veces en que el oyente, escucha y dice: “Sí”. Cuando esto ocurre, cuando alguien que conoce que Dios nos llama decide libremente seguir esas mociones dice de sí mismo que tiene vocación. Podríamos entonces decir que vocación es el descubrimiento de esa llamada que Dios hace a los hombres y mujeres de todos los tiempos a conocerle, para que le amen, y descubran todo lo que Él nos ama. El descubrimiento de ese signo de predilección, muchas veces es casi inexplicable, hasta para el que la recibe. Pues no es la llamada recibida solo por los buenecitos, por los que buscan en su vida actuar y vivir con rectitud y justicia. No se puede saber que medida tendrá Dios para elegir a unos u otros, pero es fácil imaginar que en la mayoría de los casos será más fácil que puedan oír esta llamada los que llevan una vida más o menos en contacto con la Iglesia.
Hay sin embargo muchas excepciones en que como la confirmación, de que es Dios quien llama, la vocación sorprende lejos de toda preparación y sin que hubiese de antes ningún deseo de búsqueda de Dios. De los primeros cristianos S. Pablo, no solo no aceptaba la doctrina de Jesús, sino que con esfuerzo se esmeraba en perseguir a todos los cristianos. Después de este botón, que desconcertaría a Judíos, Cristianos y Romanos, han sido muchos los ejemplos de personajes, que a lo largo de la historia se ha encontrado con Dios, de forma casual, “para él sujeto”.
Este modo de actuar de nuestro Dios, del que doy fe, sigue habiendo muchos ejemplos que probablemente no saldrán a la luz, por que son personas corrientes, que tras ese descubrimiento, Dios ha transformado sus vidas interiores pero siguen siendo ciudadanos corrientes, en medio de actividades cotidianas, sin que por este precioso Don que adorna su alma, tenga que hacer nada fuera de lo común. Y quizás solo lo notan las personas que mejor le conocen o están más cerca de él.
Es por ello que sé, que a tu lado y al mío, sigue habiendo muchos que les cuesten descubrir, ese tesoro que lleva escondido. Pudiera parecer que lo oculta por miedo a perderlo. O por respetos humanos. Parece que nos avergonzáramos de este Don.
Todo esto me hace recordar la predicación de Jesús. Y me hace sentir la imperiosa actualidad de toda ella. Se podría decir que el hombre no ha evolucionado, sigue necesitando las mismas enseñanzas. También con alegría podremos decir que nuestro Dios es El mismo y sigue llamando al hombre desde siempre con los mismos argumentos. Para que le sigamos, en búsqueda de la Felicidad Eterna que solo se encuentra en Él.
Pero: ¿Cuál es la diferencia de un hombre o mujer con vocación de uno que se supone no la tiene?. El fundador del Opus Dei, por el año 1932, lo explicaba así:
“Es como si se encendiera una luz dentro de nosotros; es un impulso misterioso, que empuja al hombre a dedicar sus más nobles energías a una actividad que, con la práctica, llega a tomar cuerpo de oficio. Esa fuerza vital, que tiene algo de alud arrollador, es lo que los otros llaman vocación. La vocación nos lleva, -sin darnos cuenta- a tomar una posición en la vida que mantendremos con ilusión y alegría, llenos de esperanza hasta el trance mismo de la muerte.
Es un fenómeno que comunica al trabajo un sentido de misión, que ennoblece y da valor a nuestra existencia”. “A la vuelta de tantos siglos – concluía S. José Maria-, quiere el Señor, servirse de nosotros para que todos los cristianos descubran, al fin el valor santificador y santificante de la vida ordinaria –del trabajo profesional- y la eficacia del apostolado de la doctrina con el ejemplo, la amistad y la confidencia.
La diferencia por tanto es grande, mientras la mayoría trabaja y vive por motivos humanos, temporales. Todas las actividades de un cristiano se convierten en obras con valor de eternidad. Mientras cualquier hombre, actúa sabiéndose sometido a unas leyes humanas; El cristiano, vive pendiente de un juicio de Dios. Y su obrar puede ser igual que el de una persona que no cree. Sin embargo no tienen los mismos fines, ni la misma proyección.
Cualquier persona con su vida, y sus obras, puede ser productivo y provechoso para la sociedad. Un cristiano además tiene el deber de procurar ser santo. Por que eso es a lo que ha sido llamado por Jesucristo.

1 comentario:

Lupita22 dijo...

Yo misma soy un ejemplo de conversión. Vivimos en un mundo difícil para los cristianos, porque no "está de moda". La falta de preparación, la falta de evangelización también... todo contribuye a que pase esto. En mi caso yo era una más en el mundo, perdí el sentido de mi fe porque me dejé arrastrar por la corriente, por la moda, por lo que el mundo quería de mi. Pero gracias a Dios mi vida dio un vuelco, inesperado, extraño y difícil para mi. He tenido muchos obstáculos porque la conversión es cambio, y ese cambio, ese amor y ese sentimiento que te renueva no va a cambiar en ti. Pero merece la pena decir SÍ. Todo cobra sentido, lo pequeño, lo olvidado, lo rechazado... Te vuelves más recepcivo, más luchador, te entregas más a los demás...pero si, es complicado. Por ello debemos estar apegados a Dios, a la Iglesia, a los sacramentos, porque somos humanos, débiles, y necesitamos esa fuerza inexplicable que nos empuja a hacer cosas increíbles.
Ser cristiano no está de moda, Jesús no lo está tampoco, pero no seremos borregos, debemos luchar por su mensaje, por aquello que permanece inamobible a pesar de modas, de épocas, de cambios... debemos ser cristianos, dar ejemplo y diferenciarnos por ello, para que aquellos que no conocen, para que los que no quieren conocer, se planteen su lugar y el sentido de su vida en este mundo.